Dieta para el hígado

Dieta para el hígado

Las enfermedades hepáticas son diversas y las complicaciones o situaciones individuales son también muy variables. Es por ello, que para la correcta planificación de la dieta de un enfermo hepático es necesario valorar su historial clínico y su estado nutricional.

El objetivo de este artículo es aportaros unas recomendaciones generales, esquematizando los puntos más importantes a valorar desde el punto de vista nutricional.

Dieta hipercalórica

Los enfermos hepáticos son personas con gran tendencia a la desnutrición, principalmente si el origen de la enfermedad es la ingesta excesiva de alcohol, por lo que el objetivo del tratamiento será siempre conseguir una dieta rica en calorías para alcanzar un estado nutricional óptimo lo antes posible. Esto repercutirá positivamente sobre los tejidos afectados y minimizará la sintomatología.

Esto en ocasiones resulta complicado, pues es común que se presenten síntomas como la falta de apetito, las nauseas o los vómitos tras las comidas. Para evitarlo es conveniente prestar atención a las siguientes recomendaciones:

  • Optar por platos agradables y sabrosos. Se recomienda cambiar la sal por especias, vinagre, limón y aceite de oliva crudo.
  • Fraccionar las comidas del día en 5 o 6 pequeñas tomas, evitando siempre la sobrecarga del estómago.
  • Valorar el uso de suplementos por vía oral, enteral (por sonda) o parenteral (vía venosa). Estos métodos deben usarse sólo durante el tiempo que sea estrictamente necesario y cambiar lo antes posible a la alimentación normal.

Dieta equilibrada

En fases agudas y en ciertas complicaciones derivadas, se recomienda llevar durante unos 2 o 3 días una dieta pobre en grasa y proteína como antesala al tratamiento nutricional normal. Sin embargo, normalizar el aporte de grasas, proteínas e hidratos de carbono según las pautas de la dieta equilibrada es primordial en estos casos.

Grasas

El 30-40 % de las calorías totales de la dieta debe provenir de las grasas. Son un buen aliado porque consiguen ese aporte de calorías que comentábamos en el apartado anterior sin necesidad de hacer comidas abundantes.

En ocasiones, los enfermos hepáticos tienen dificultades a la hora de digerir las grasas. Los triglicéridos de cadena media son aprovechados por nuestro cuerpo de un modo diferente que el resto de grasas, por lo que estos triglicéridos se toleran mejor en estos casos:

  • Los triglicéridos de cadena media están presentes en productos lácteos como queso, leche, mantequilla o yogur. Son más abundantes en los lácteos de cabra.
  • Existen suplementos purificados de triglicéridos de cadena media que pueden ser una buena alternativa.

Proteínas

Al aumentar las proteínas conseguimos un balance positivo de nitrógeno que consigue mejorar la regeneración hepática. Por esta razón, normalizar el aporte proteico resulta prioritario.

Nos encontramos en este punto con un problema similar al que se daba con las grasas, y es que algunos pacientes no consiguen digerir las proteínas de modo que su consumo aumenta preocupantemente el acúmulo de tóxicos en sangre que pueden afectar al sistema nervioso. Las soluciones en este caso son las siguientes:

  • Las proteínas de origen vegetal (como las legumbres) son las que mejor se toleran en estos casos. Las proteínas de lácteos y huevos, se toleran más fácilmente que las procedentes de carnes y pescados (alimentos que en ocasiones deben retirarse de la dieta).
  • Los suplementos de aminoácidos de cadena ramificada (como valina, isoleucina y leucina) son una buena opción y su uso se ha relacionado con notables mejorías.

Hidratos de carbono

Su consumo no presenta complicaciones destacables. Las calorías de la dieta procedentes de los hidratos de carbono deben superar el 50% del total para conseguir una dieta equilibrada. Se recomienda tomar productos integrales, moderar el azúcar y evitar la fructosa en forma de edulcorante para evitar acidosis.

Micronutrientes

Cuando hablamos de micronutrientes nos referimos principalmente a las vitaminas y minerales, nutrientes que debemos tener en cuenta para la posible necesidad de suplementación. En las enfermedades hepáticas:

Es común observar deficiencias de:

  • Vitaminas liposolubles A, D y K.
  • Vitaminas del grupo B
  • Calcio

Conviene moderar el consumo de:

  • Cobre Conviene evitarlo sobre todo en casos de hígado graso. Se consigue cociendo los alimentos en abundante agua (2-3 litros) para luego retirarla y evitando utilizar el agua de cocción para posteriores preparaciones como sopas o caldos.
  • Sodio (sal) Moderar el consumo de sal es un consejo general para los enfermos hepáticos. Si bien, los pacientes con ascitis o edemas (retención de líquido en abdomen o tejidos respectivamente) deben retirarla totalmente de su dieta, pues los alimentos ya contienen sodio en sí mismos.

Ingesta de agua

Se recomienda optar por aguas naturales o minerales con poco sodio. No siempre es necesario limitar al agua, pero si se comprueba que hay retención de líquidos o que la excreción de sodio en orina es baja es posible que sea necesario restringir el consumo de agua a un máximo de 1 – 1,2 litros / día y recurrir al uso de diuréticos.